- Tumores Raquimedulares -
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Los tumores raquimedulares constituyen un grupo heterogéneo de neoplasias que se desarrollan en la médula espinal, sus cubiertas o en la columna vertebral. Pueden ser benignos o malignos y representan aproximadamente el 10-15% de todos los tumores del sistema nervioso central. Estas masas tumorales pueden comprimir, desplazar o invadir estructuras nerviosas, produciendo una amplia gama de síntomas neurológicos. Esta página ofrece información educativa sobre esta patología, sus tipos, diagnóstico y opciones de tratamiento disponibles en Las Palmas de Gran Canaria.
¿Qué son los tumores raquimedulares?
Los tumores raquimedulares son masas que aparecen en la médula espinal, sus cubiertas o en los componentes de la columna vertebral. Su origen puede ser un crecimiento sin control de células propias de estas estructuras o, en algunos casos, células tumorales procedentes de otras partes del organismo (metástasis).
Estos tumores se clasifican principalmente según su localización en:
- Extradurales: Se desarrollan fuera de la duramadre (capa exterior que protege la médula espinal). Frecuentemente son metástasis o tumores óseos primarios de la columna.
- Intradurales extramedulares: Crecen dentro del saco dural pero fuera de la médula espinal. Los más comunes son meningiomas y schwannomas (neurinomas).
- Intramedulares: Se originan dentro del tejido de la médula espinal. Incluyen principalmente ependimomas y astrocitomas.
Según su comportamiento biológico, pueden ser benignos (crecimiento lento, bien delimitados y generalmente extirpables por completo) o malignos (crecimiento rápido, infiltrantes y con tendencia a recidivar tras la cirugía).

Causas y factores de riesgo de los tumores raquimedulares
La etiología exacta de muchos tumores raquimedulares primarios aún no está completamente establecida, pero se han identificado diversos factores que pueden contribuir a su desarrollo:
- Factores genéticos: Algunas condiciones hereditarias como la neurofibromatosis tipo 1 y tipo 2, el síndrome de von Hippel-Lindau y la esclerosis tuberosa pueden predisponer a la aparición de ciertos tipos de tumores espinales.
- Radiación previa: La exposición a radiación ionizante, especialmente como parte de tratamientos oncológicos previos.
- Inmunosupresión: Estados de inmunodepresión que pueden facilitar el desarrollo de ciertos tumores, como los linfomas primarios del sistema nervioso central.
- Metástasis: Para tumores secundarios, la existencia de un cáncer primario en otra parte del cuerpo, especialmente pulmón, mama, próstata, riñón o melanoma.
- Edad: Ciertos tipos de tumores son más frecuentes en determinados grupos etarios. Por ejemplo, los ependimomas intramedulares son más comunes en adultos jóvenes.
Es importante señalar que, en muchos casos, los tumores raquimedulares aparecen en personas sin factores de riesgo identificables, lo que sugiere la implicación de mecanismos moleculares y celulares aún no completamente comprendidos.
Síntomas y diagnóstico de los tumores raquimedulares
Los síntomas de los tumores raquimedulares son diversos y dependen de varios factores:
- Dolor: Frecuentemente localizado en la espalda, puede ser persistente, progresivo y empeorar con el descanso nocturno. El dolor radicular puede irradiarse siguiendo la distribución de un dermatoma.
- Déficits motores: Debilidad muscular que puede progresar a parálisis parcial o completa.
- Alteraciones sensitivas: Entumecimiento, hormigueo o sensación de "descargas eléctricas".
- Disfunción autonómica: Problemas urinarios, intestinales o disfunción sexual.
- Alteraciones en la marcha: Inestabilidad o pérdida del equilibrio.
- Deformidad espinal: En algunos casos de tumores vertebrales.
El diagnóstico se realiza mediante:
- Historia clínica y exploración neurológica: Evaluación detallada de los síntomas y signos.
- Resonancia magnética (RM): Técnica de elección para visualizar la médula espinal, las meninges y las estructuras circundantes. Permite determinar la localización exacta, extensión y características del tumor.
- Tomografía computarizada (TC): Especialmente útil para evaluar componentes óseos y calcificaciones.
- Biopsia: Necesaria para determinar el tipo histológico exacto del tumor y guiar el plan terapéutico.
- Estudios complementarios: Dependiendo del caso, pueden incluir radiografías dinámicas, angiografía espinal o análisis del líquido cefalorraquídeo.
Es fundamental realizar un diagnóstico preciso y temprano, ya que el pronóstico mejora significativamente cuando se detectan en fases iniciales, especialmente antes del desarrollo de déficits neurológicos significativos.
Resolver dudas sobre diagnóstico

Opciones de tratamiento para tumores raquimedulares
El tratamiento de los tumores raquimedulares requiere un enfoque multidisciplinario, considerando factores como el tipo histológico del tumor, su localización, extensión y el estado general del paciente. Las principales estrategias terapéuticas incluyen:
Tratamiento quirúrgico
Representa la primera línea de tratamiento para muchos tumores raquimedulares:
- Resección tumoral: El objetivo es la extirpación completa del tumor cuando sea factible, preservando la función neurológica.
- Técnicas microquirúrgicas: Permiten manipulaciones precisas minimizando el daño a tejidos circundantes.
- Abordajes mínimamente invasivos: En casos seleccionados, reducen el trauma quirúrgico y aceleran la recuperación.
- Estabilización espinal: Puede ser necesaria cuando el tumor o la cirugía comprometen la estabilidad de la columna.
Tratamientos complementarios
Utilizados según el tipo de tumor y el resultado de la cirugía:
- Radioterapia: Empleada en tumores malignos, residuos tumorales post-quirúrgicos o casos inoperables.
- Radiocirugía estereotáctica: Permite administrar dosis precisas de radiación minimizando el daño a tejidos sanos adyacentes.
- Quimioterapia: Utilizada principalmente en tumores malignos como parte de protocolos específicos.
- Terapias dirigidas: Medicamentos diseñados para atacar anomalías moleculares específicas de ciertos tumores.
Tratamiento rehabilitador
Fundamental para optimizar la recuperación funcional:
- Fisioterapia: Mejora la fuerza muscular, coordinación y movilidad.
- Terapia ocupacional: Facilita la adaptación a las actividades diarias.
- Manejo del dolor: Estrategias farmacológicas y no farmacológicas.
Pronóstico y resultados de los tumores raquimedulares
Los resultados varían significativamente según el tipo histológico y la estrategia terapéutica
90%
Tumores benignos
Los tumores benignos completamente resecados muestran tasas de supervivencia a largo plazo superiores al 90%.
80%
Función mejorada
Aproximadamente el 80% de pacientes experimenta mejoría o estabilización de los síntomas neurológicos tras el tratamiento adecuado.
60%
Tumores malignos
La supervivencia a 5 años para tumores malignos primarios de alto grado ronda el 60%, con variaciones según el tipo específico.
75%
Calidad de vida
El 75% de pacientes tratados refiere una calidad de vida aceptable o buena tras completar el tratamiento y la rehabilitación.
Complicaciones de los tumores raquimedulares
Posibles efectos asociados a la patología y su tratamiento
Déficit neurológico permanente
La compresión prolongada de la médula espinal o raíces nerviosas puede causar daños irreversibles, resultando en pérdida de función motora, sensitiva o autonómica que persiste a pesar del tratamiento.
Recurrencia tumoral
Algunos tumores pueden reaparecer tras la cirugía, especialmente los malignos o aquellos que no pudieron ser completamente resecados debido a su localización o adherencia a estructuras vitales.
Complicaciones quirúrgicas
La cirugía raquimedular conlleva riesgos como infección, fístula de líquido cefalorraquídeo, inestabilidad vertebral, déficit neurológico postoperatorio o síndrome de médula anclada.
Preguntas frecuentes sobre tumores raquimedulares
Resolvemos las dudas más comunes de nuestros pacientes sobre esta patología
Los tumores benignos de la médula espinal se caracterizan por un crecimiento lento, bordes bien definidos y ausencia de invasión a tejidos circundantes. Generalmente no se diseminan a otras partes del cuerpo y, si pueden ser completamente extirpados mediante cirugía, no suelen reaparecer. Ejemplos comunes son los meningiomas y los schwannomas. Por otro lado, los tumores malignos presentan un crecimiento rápido e invasivo, con límites difusos que dificultan la resección completa. Tienden a infiltrarse en tejidos adyacentes y, en algunos casos, pueden diseminarse a otras regiones del sistema nervioso central. Incluso tras la cirugía, suelen requerir tratamientos complementarios como radioterapia o quimioterapia, y presentan mayor probabilidad de recurrencia. Ejemplos incluyen algunos astrocitomas de alto grado y metástasis de otros cánceres.
No, no todos los tumores raquimedulares requieren intervención quirúrgica. La decisión de operar depende de múltiples factores como: 1) Tipo y comportamiento biológico del tumor; 2) Localización y accesibilidad quirúrgica; 3) Presencia y progresión de síntomas neurológicos; 4) Estado general del paciente y comorbilidades; 5) Balance riesgo-beneficio de la intervención. En algunos casos, como pequeños tumores benignos asintomáticos descubiertos incidentalmente, puede optarse por un enfoque conservador con seguimiento radiológico periódico. Otros tumores, especialmente ciertos gliomas de bajo grado infiltrantes sin efectos compresivos significativos, pueden manejarse inicialmente con vigilancia y tratarse solo si muestran crecimiento o deterioro clínico. Para tumores malignos metastásicos múltiples con afectación sistémica avanzada, la radioterapia paliativa puede ser preferible a la cirugía. Cada caso debe evaluarse individualmente en un contexto multidisciplinar.
Varios signos y síntomas deberían alertar sobre la posible presencia de un tumor raquimedular: 1) Dolor de espalda persistente que empeora con el descanso nocturno y no responde a tratamientos convencionales; 2) Dolor radicular que no sigue el patrón típico de problemas discales; 3) Debilidad progresiva en extremidades que no tiene explicación por otras patologías; 4) Alteraciones sensitivas como entumecimiento, hormigueo o pérdida de sensibilidad con distribución específica; 5) Problemas de control de esfínteres (vesical o intestinal) de nueva aparición; 6) Disfunción sexual sin causa aparente; 7) Alteraciones en la marcha o pérdida de equilibrio progresivas; 8) Síndrome de Brown-Séquard (déficit motor en un lado y sensitivo en el contralateral); 9) Antecedentes de cáncer con dolor espinal de nueva aparición; 10) Síntomas neurológicos que empeoran rápidamente. Ante estos signos, es fundamental consultar con un especialista para evaluación y estudios de imagen apropiados.
Los avances recientes en el tratamiento de tumores raquimedulares han mejorado significativamente los resultados clínicos. En el ámbito quirúrgico, las técnicas de neuronavegación, monitorización neurofisiológica intraoperatoria y microscopía de fluorescencia permiten resecciones más precisas con menor morbilidad. Los abordajes mínimamente invasivos reducen el trauma quirúrgico y aceleran la recuperación. En radioterapia, las técnicas de intensidad modulada (IMRT) y radiocirugía estereotáctica ofrecen mayor precisión, minimizando daños a tejidos sanos. La terapia con protones representa una opción emergente para tumores radioresistentes. En el campo de la oncología médica, las terapias dirigidas contra dianas moleculares específicas y la inmunoterapia están mostrando resultados prometedores en ciertos tipos tumorales. Además, los avances en análisis genómico permiten una medicina personalizada, adaptando el tratamiento al perfil molecular de cada tumor. Las técnicas de rehabilitación neurológica asistida por tecnología, como la robótica y la realidad virtual, también están mejorando la recuperación funcional de los pacientes.
La recuperación tras una cirugía de tumor raquimedular varía considerablemente según múltiples factores. La hospitalización inicial suele durar entre 3-10 días, dependiendo de la complejidad de la intervención y la evolución postoperatoria. La recuperación física inmediata, que permite retomar actividades básicas diarias, abarca generalmente de 4-8 semanas. Sin embargo, la recuperación neurológica completa puede extenderse durante meses o incluso años, siendo más favorable cuando la función preoperatoria era mejor y la descompresión se realizó tempranamente. La rehabilitación es fundamental y típicamente comienza 1-2 semanas después de la cirugía, pudiendo prolongarse durante 3-12 meses según el déficit residual. El retorno a actividades laborales varía: trabajos sedentarios pueden reanudarse a las 6-12 semanas, mientras que ocupaciones físicamente demandantes pueden requerir 6 meses o más, si es que pueden retomarse. El seguimiento oncológico, con controles clínicos y radiológicos, continuará a largo plazo según el tipo de tumor y el tratamiento recibido.
Referencias bibliográficas
Fundamentos científicos que respaldan la información presentada
- NCBI: Diagnosis and Management of Spinal Cord Tumors
- Scielo: Tumores raquimedulares: diagnóstico y manejo
- Mayo Clinic: Tumor de la médula espinal
- Spine-Health: Types of Spinal Tumors
- Elsevier: Tumores raquimedulares
- AANS: Spinal Tumors
- Neurocirugía: Tumores raquimedulares
- Binasss: Artículo sobre tumores espinales
- Neurosurgical Atlas: Spinal Cord Tumors
- Neurosurgery: Spinal Tumors
- Revista Neurocirugía: Tumores raquimedulares
- Columna Vertebral: Tumores raquimedulares
- MSD Manuals: Tumores de la médula espinal
- Mayo Clinic: Diagnóstico y tratamiento de tumor de la médula espinal
- Spine-Health: Surgery for Spinal Tumors
- MedlinePlus: Tumores de la médula espinal
- Neurosurgery: Minimally Invasive Spine Tumor Resection
- Spine Surgery: Spinal Tumors
- Neurología: Abordaje de tumores intramedulares
- Columna Vertebral: Tratamiento tumores raquimedulares

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El Dr. Kevin Armas es un neurocirujano con amplia experiencia en el diagnóstico y tratamiento de patologías de columna vertebral en Las Palmas de Gran Canaria. Su enfoque multidisciplinar y técnicas avanzadas buscan ofrecer la mejor calidad de vida a sus pacientes con tumores raquimedulares.